20 febrero 2015

No te perdono

Es un desastre, lo sé. Es una batalla perdida. Eso lo sé de sobra. Pero una vez más busqué el atajo para ganarte la partida. El juego me dejó endeudada, contigo. Fue un día, uno solo. Fueron 24 horas y un café de por medio. 

Hoy en mis oídos retumba esa vieja melodía, entonces se me encadena el alma a los recuerdos. La rosa que se me deshizo en el pelo. El libro con una dedicatoria idílica. Los fuegos artificiales que me explotaban en los ojos, en el corazón, en el alma. Y enero... eras tú.

Era yo, desnudándote, descosiéndote, incitándote a que fueras huracán en un verano que solo ardía en nuestros cuerpos. Era yo, enamorándome de ti y perdiéndolo todo al instante, porque salté y caí en un precipicio por culpa de tu huida y mi pasaporte vencido. 

Es un desastre, lo sé. Porque lo peor de no jurarnos una historia como otra más, no había sido ponerle a todos los acordes punto y final, sino borrarlos y quedarnos como siempre... inconclusos. Haciéndole mofa al maldito destino. Por eso no te perdono. 

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