Me preguntaba, dónde está lo que olvidamos... a dónde van las heridas del pasado cuando ya no hay dolor.
Y aquí estoy divagando levemente sobre mi pasado y la incertidumbre del presente, con un dolor que es cada vez menos pesado y con las rasgaduras del alma que lo ha perdido todo.
Un pasillo en la oscuridad, una luz tenue alumbrando el camino empinado y todas las desgracias empinadas al final del camino.
A dónde va lo que he olvidado, cuando mi memoria ha saldado sus penas y nostalgias. A dónde va si aún me siento atrapada entre pedazos de recuerdos que parecen serlo, pero resultan ser un eterno resplandor.
Me congelo, me olvido de todo lo que me ha traído hasta aquí, me marcho y el cielo se sigue partiendo en dos, con todo lo que he olvidado, pero devolviéndome lo que debo seguir recordando. A dónde debería ir con estas cargas que joroban mis tempestades y las hace más largas, así como las interminables guerras y batallas del mundo.
Me dejo llevar por las letras, por los recuerdos aferrados a los pensamientos, por los momentos de antaño y las promesas inquebrantables. Pero aquí, cuando todas las palabras las he dicho y repetido millones de veces lo que he olvidado me lo sigue recordando el viento con la llegada de junio a mi calendario.
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