Con el día tonto. La resistencia de pensamientos y sentimientos que se niegan a sobrevivir. El "de repente", la disrupción equivalente a un cariño no correspondido. Lo de siempre.
Estaba condenada a lo mismo, meras ilusiones atrapadas entre sueños de madrugada e historias invisibles.
Nada qué hacer. Solo dejar el tiempo atrás, sin trabas, sin espejismos, sin tonterías ancladas a deseos efímeros que mueren en cada declaratoria inservible. Un "hasta luego" sería suficiente, pensaba, pero solo estaba embriagada de utopías y aventuras a destiempo, congeladas entre poesías, canciones, cafés y cigarrillos.
Emociones a distancia, tristezas irrompibles que se han quedado entre abrazos de condolencias, las propias, las suyas. Un suspiro por todo lo que sigue estando adentro y sigue doliendo, las "más que palabras" divagan entre las manecillas del reloj y las lunas tachadas del calendario.
"Nos veremos cuando anochezca", escribió.
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