21 mayo 2012

Entre vinos y rosas

Ella era una masoquista que no era capaz de renunciar. Por razones vacías, por amores dolientes, por esperanzas equivocadas, por sentimientos quebrados, por caminos desiguales. Y allí estaba, caminando entre el suplicio y la desesperación que traen las agonías existencialistas, cual canción marchita y pensamiento olvidado. En el fondo reconocía cada silencio, en cambio no tenía la gracia para arrancar ese corazón, no podía cambiar ni el tiempo ni los recuerdos. 

Tonta, desahuciada, abandonada, quebrada, hecha polvo, moribunda del alma y sin un parecer. 

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