No es cuestión de amar y dejarse llevar por la pasión descontrolada
de algo que después de algunos años morirá como todo lo demás, aquella
eternidad de una utopía soñada en un lugar de paso fue la suerte equivocada que
le apostó más de 20 años de soledad.
Y lo que parecía abrirle el camino y llenarle los ánimos de
gozo se fue deshaciendo con el frío de la ciudad y quedó congelado, amarrado y
olvidado. Tantos razonamientos anidados en el corazón le arrancaron las
esperanzas y la fe. Venían y se iban los días y dejaba sus recuerdos entre
lágrimas y llantos de costumbre, nunca
quiso ser lo que fue. De consuelo le quedó la habilidad de echar afuera el
sentimentalismo existencial a través de las palabras improvisadas en estos papeles,
en estos cuadernos rayados en tiempos de adolescencia y juventud prematura.
Un camino a ciegas labrado por sueños y fantasías
terrenales, una cometa de ilusiones elevada hasta el cielo con la certeza de
que su Dios la encontraría y leería los deseos escritos en sus alas, un tanto
de nostalgia por los suyos que ya no estaban. Aquella dirección escogida le fue
tropezando los ánimos y el futuro que construyó cientos de veces en su
almohada.
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