Esto sabe a nostalgia, sin permiso me ha cantado algunas letras y las ha hecho su himno nacional. De a poco me ha quedado la fotografía de aquel instante: llovizna de noche, faroles encendidos y un beso.
Me fui a las 6 de la tarde y mientras las carreteras se iban quedando atrás, las nubes ocultaron el firmamento mojando la ciudad con la acostumbrada lluvia nocturna. Esta vez, por arrebatos impulsivos dejé que lloviera afuera conmigo, sin paraguas sin impermeable, desnuda debajo del cielo gris y en plenas callecitas ajetreadas de la avenida principal.
Aquella decisión emocional me llevó a pescar un absurdo resfriado. A penas empezaba la semana. Una taza de café, calcetines azules y un 'buenas noches' al otro lado del mundo, entonces me sobrevino la sensación de nostalgia y soledad, supuse que por el día y la hora la anestesia ya había caducado. Un par de suspiros, silencio animal, declaración imaginaria:
"Un montón de sentimientos invaden mi ser y luego de tantas despedidas conservo tus calcetines blancos y las corbatas que no alcanzaste a empacar. De cierta manera he seguido hacia adelante, rompí las fotografías y descolgué las pinturas, sin embargo los vacíos no se llenan con adornos improvisados ni con el tiempo fugaz. Lunes, julio".
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