03 marzo 2011

A media Noche

Estoy intentando acomodar mis sentimientos, guardar un poco las emociones y dejar el llanto seco. La noche siempre será testigo de nuestros mayores fracasos y  de las pérdidas que quiebran el alma; la madrugada en cambio, será un espejo del pasado y de las realidades trágicas.

Las luces de la ciudad están encendidas, los rincones de las calles vagan solitarios y el silencio es estremecido por el crujir del viento. Frío y oscuridad, así como cuando los pensamientos se enlistan uno detrás de otro y van develando los dolores más ruines de la vida. Y no precisamente es el desamor uno de ellos, hay uno peor, al menos para mí: la  injusticia.

Esa que destierra a los inocentes, que condena las almas de los menos implicados, aquella que devora los pecados de la gente y se pasea descaradamente por todas las ciudades del mundo. El hambre, la pobreza, la corrupción, la muerte, la mentira son tan sólo un pedazo de la telaraña que ha tejido hace más de dos mil años antes y después de Cristo. Lo sigue haciendo y no se cansará hasta beberse el último suspiro de aquellos que intentan lanzarse y ser valientes. Caballeros sin capa y espada, hombres de carne y hueso con alardes de superhéroes, hadas madrinas vestidas de sonrisas pícaras y dones de palabra.

Marcharse después que todo el mundo lo ha hecho, voltear la mirada y espantarse de los miedos que cobraron vida, de las tentaciones que saltaron de la carne y a su paso dejaron: una manzana mordida, el infierno en el paraíso, el Caín que mató a Abel, el diluvio que se tragó a la tierra, el pueblo que vagó 40 años en un desierto, el Santo que crucificaron en un madero, las dos guerras mundiales que sepultaron inocencias, otoños y primaveras, dos bombas atómicas que impusieron la victoria de los capitalistas, la división del mundo en dos ideologías, la noticia disfrazada de unos hombres que fueron a la luna, el estallido de guerras civiles…y hasta nuestros días, las masacres continuas de niños, hombres y mujeres a lo largo y ancho de los cinco continentes.

Y el mundo aún sin acabarse sigue girando y girando, y nosotros los idiotas seguimos mirándonos en él. Entre tanto, los señores de la ley  se juegan el futuro de los países a puerta cerrada en palacios que no son de cristal, en mansiones podridas de lujos lamiéndose los traseros a punta de ‘favorcitos’ millonarios y riéndose a carcajadas de la próxima jugada magistral.

Consecuencias, los pobres siguen siendo pobres y los ricos siguen dándoles migajas de pan a los ingenuos ciudadanos. Consecuencias, una educación desvalijada por aquella filosofía amarrada a seguridades democráticas. Consecuencias, niños enfilados en bandas criminales y de sicariato. Consecuencias, un país ignorante y enlodado en su propia perdición. Sin embargo, están los que gritan esperanzados que todo tiene una solución y ponen en su boca el nombre de un dios fabricado, inventan el camino a la felicidad guiado bajo leyes mortales que siguen dejando un abismo infernal entre lo divino y lo humano.

Y también están, los que intentamos desintoxicarnos de todos los aires capitalinos, leyendo literatura, escuchando la buena música, creyendo en el Dios que no fue inventado por los hombres y escribiendo barbaridades salidas de los pensamientos en una madrugada cualquiera, en una medianoche de todos los años, mientras el resto de los ciudadanos se fuman un tabaco, beben una copa de licor, tienen sexo con algún extraño conocido, ven pornografía, duermen en una cama plácidamente o sobre cualquier superficie a pleno cielo abierto, se ‘enviajan’ en su universo, disparan a quemarropa y millones de cosas más que no me pasan por la mente ya cansada de divagar en pensamientos desacomodados del corazón y echados al aire para el mundo.

Al final, solo puede decir sin más que la política y la religión firmaron un pacto diabólico para dominar a su creador: El Homo Sapiens Sapiens 

2 comentarios:

Gastón dijo...

La medianoche tiene la terrible capacidad de poder despertar los fantasmas puntulaes de nuestras mentes, pero también elevar las almas hacia las realidades que nos rodean.
Y siempre es bueno tener la escritura para poder combatirlos... y nosotros respirar un poco.

(igual confieso que los míos comienzan sus ataques a las 3 de la mañana)

Unknown dijo...

Y los míos, me hacen despertarme a medianoche...y resulta perfecto dejarlos ir cuando todo el mundo parece dormir y meterse debajo de las sábanas de su propio universo.

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