La vida es una eterna contradicción. Amar lo que no puede ni debe ser amado, olvidar lo que resulta imposible y dejar los zapatos en el suelo para despegar los pies hacia el infinito. Somos la eterna contradicción de pensamientos pasajeros, permanentes y dolorosos. Algunas veces, pudiera parecer sublime sentir cuando resulta por primera vez, desenmascarar los engaños del corazón y morir por las incertidumbres y los odios absurdos. Algunas veces ni siquiera las palabras son suficientes para manifestar el ruido de los sentimientos.
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Y de paso, me encuentro con esto: "Amarte a ti me hace sufrir que buena suerte, para acordarme de que existo y de que siento, para tener en que pensar todas las noches para vivir". Retumba vez tras vez en los oídos, en el alma y en la vida entera mientras aún los capítulos anteriores no han tenido final.
La vida es una eterna contradicción, es lo incierto de los años, del tiempo y de lo que seguimos escribiendo.
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