No estábamos destinados el uno para el otro. Solo fue un presente. Como un día inesperado, cuando el cielo duerme gris y al amanecer los colores de la mañana se pierden detrás de los rayos del sol. Luego, en el atardecer vuelven las nubes y lo cubren todo. Fue tan preciso y exacto. Llegamos a tocar fondo, a bebernos el alma a causa de los deseos y las pasiones arbitrarias que se calentaban en besos y caricias pequeñas.
Y esta noche, con la música y las tantas canciones que han merodeado el día todo volvió como antes. Sin ti, sin mí.
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