09 diciembre 2010

No existen eternidades

_¿Crees que algo nos separará?
Valentino guardó silencio, mientras Leticia enganchó su mirada fija esperando un no, o cualquier respuesta que le iluminara sus ojos.
_Sí. Creo que el tiempo y la vida misma. Quién sabe no tengo una bola mágica para ver el futuro. Dijo Valentino, rompiendo el hielo y disipando la sonrisa de sus labios.

Cierto. Nada es eterno, nada tiene un para siempre o una eterna felicidad. He gastado la mayor parte del tiempo en soledad escuchando a Arjona con sus dilemas filosóficos encarnados en canciones, que descuidé la magia que hace flotar al alma cuando se cruzan un par de miradas por primera vez o se abren los labios para expresar cualquier tontería que termine flechando por algún tiempo sentimientos encontrados. 

_Si lo crees así, por qué estamos juntos. Si de todas maneras nos separaremos en algún momento.
_Porque lo que importa mientras dure es tenernos, encontrarnos, descubrirnos, romper las reglas de aquello que puede o no ser duradero. Estamos juntos porque tomamos la decisión de compartir la vida que tenemos en un tiempo, en cientos de instantes, en un presente que ni siquiera conoce de su mañana. 

Sabes que es lo que menos he deseado desde que llegamos: besarte. Tengo la certeza de que si entramos en contacto físico ya no querré desprenderme de ti por otros días más. Encontraría la forma de pedirte que "me acompañaras a estar solo, a purgarme los fantasma, a meternos en la cama sin tocarnos", tan exacto y parecido a esa canción que se ha convertido en mi himno nacional. Por eso, creo que he olvidado todas las veces anteriores que te conocí y en las que te descubrí por tercera vez. 

Valentino y Leticia volvieron a lo suyo. Al apartamento de tres habitaciones con un balcón floreado. Al trabajo de la semana y a las salidas al teatro. Yo por mi parte, seguí en la misma rutina: inventado príncipes azules en historias ajenas y perdiendo el tiempo con sueños de cabeza.

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