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Ya no estoy buscando lo imposible |
No es que esté lejos o ausente. Es que llevo mucho tiempo en este lugar y siento la necesidad de partir. Que la vida, ni la tuya, ni la mía, ni la de nadie está para desperdiciarse. De repente, está todo a la vista para cambiarlo y renovarlo, para volver a escuchar la misma canción que te irradia y te asemeja a lo maravilloso. Es como una vuelta diminuta en el tiempo que te deja sin respiración y hace que vuelva todo al cuerpo. Una entrada por salida.
Me tomo el café cada mañana, preparo el sándwich de jamón y queso, vuelvo a lo normal y cotidiano. Está la gente esperando el autobús, se va y viene, pasan una y otra vez. Me lleva al lugar de destino, aunque a veces quisiera seguir de largo y llegar hasta la playa, quitarme los zapatos y meter los pies en la arena mojada por el mar. Hacer un castillo de arena y olvidar la cita del día, el trabajo pendiente y las conversaciones dejadas a medias.
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Después del amor, está el amor |
Alguna veces he tenido las decepciones de siempre, las discusiones que me revientan de rabia y me hacen romper en llanto. La vida no es rosa. Ya lo sé, que todo lo malo se hace más malo y todo lo bueno está reduciendo. Pero está el amor, ¿lo ves? puede transformarlo para siempre y colorear la oscuridad con las auroras que desprende de sí. Yo lo llamo Dios, no importa cómo lo busques tú. Algunos dicen que se ha olvidado de nosotros, que es injusto y cruel. No lo creo, si aquello fuera cierto, no descubriría todas las noches el paraíso al mirar el cielo. El silencioso firmamento, la pintura del arco iris cuando llueve y las mariposas regadas en todas las colinas y montañas de la vida.
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Se secaron con el tiempo |
He deshojado más de 50 margaritas, y no me importa si me quieres o no. Al final de cuentas tengo los pétalos y el jardín. Suena egoísta, hipócrita pero ya me acostumbré a sus respuestas y me resigné a escucharlas callada, sentada y con las piernas cruzadas. Tengo para escribir lo infinito aunque no existe lo infinito. Escuché de alguien que todo tiene su principio y final, que el universo debe tener algún borde en cualquier lugar de su inmensidad. Puede ser o no puede ser, pero qué remedio tiene. No es la importancia del caso ni la noticia de la semana. Sabes cuál sería mi noticia de la semana, que a tu lado he vivido 65 amaneceres y que mi parte favorita del día es cuando volvemos a encontrarnos después de una semana sin tocarnos.
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Extraño tus besos de madrugada |
No es fácil sobrevivir al dolor, a la ausencia de un aroma especial. Pueden ser llevaderas las despedidas, pero los amores del alma, esos que marcan más que el ser, cuando ya no están hacen demasiada falta. Los despertares en la misma cama, el roce de los cuerpos en la madrugada, el abrazo del tiempo y los regalos que ya no estarán para darse. Sigo coleccionando las canciones que nos encontraron, reconozco que parece masoquista pero irremediablemente todavía estás tatuado en el centro de mi pecho.
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¿Y la otra mitad? |
Hay momentos que nunca dejarán de ser. El cumpleaños de los padres, del hermano, de los amigos, del amante. Hay momentos que sí dejan de ser. Una cita en la playa, un encuentro en el cine, una salida al café, un viaje a otro continente. Ojalá y se pudieran escribir todas las palabras o calcar los encuentros inolvidables, llevar un prendedor del mejor beso de la vida y quemar el adiós que hace un hueco en el corazón.
He mirado las fotografías de años pasados y el tiempo cambia en ellas su color, pero jamás el sentimiento. Queda el recuerdo y aquellos minutos congelados en un álbum de memorias.
No es que esté lejos o ausente. Debo partir, pero ya sabes que las personas siempre regresan.
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