Muchas veces las palabras se quedan esperando, las buenas noches se quedan en un pensamiento y otra vez es la misma historia absurda a medias que deja nuevas soledades.
Los momentos en las escaleras, contando las estrellas del viernes y charlando sobre el pasado quedan exactamente como antes: solo fue un alma pasajera y nada más. Quizás sucede porque todos los sentidos se descontrolan tratando de hallar algo perfecto en la imperfección de un beso, una caricia o un momento a solas.
Mientras el olvido empieza a tejer sus recuerdos, el presente sigue siendo igual a las noches anteriores cuando la cama estaba vacía, la habitación helada y el sofá sin ningún extraño conocido.
De vez en cuando anhelo volver a otros instantes, cuando una mirada menos indiferente me encontraba en el camino trayendo un poco de esperanza y motivos más alegres para desenterrar los dolores imposibles de perdonar hasta arrancarlos del alma y quedarme con un para siempre en los labios de quien he amado desde que tengo memoria.
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