Algunas veces todo resulta siendo lo menos impensado. Ese día en la calle, cuando cruzaba para tomar el bus el sol que no estaba irradió desde su ventana, fue una aparición tan abrupta que me dejó en shock: el hombre de ojos azules con anteojos negros estaba justo delante de mí y me había llamado por mi nombre.
La vida parece un circo, una caja de sorpresas que se abre solo cuando le resulta apetecible burlarse y mirar desde cualquier lugar como reaccionamos a esos instantes inesperados. La escena se desdibujó cuando me percaté que llamaba a una atractiva mujer rubia que 'casualmente' tiene mi nombre. Fue todo un espectáculo para perder la cabeza, y otra vez al cuaderno de los secretos fue a parar la historia del martes por la noche.
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