26 enero 2015

Diez putos años




Recuerdo que al llegar la mañana me miraste. Me distraje de todo y entonces lo que conocía por suelo terminó siendo cielo e infierno a la vez. Una combinación de atar que se me hundía en la sien. Adentro, afuera, alrededor. Una especie de absoluto postergado entre bocas, entre pieles, entre almas.

Desajustaste las tuercas oxidadas sin el mínimo esfuerzo. Después, con la llamarada encendida de tus filos, atravesaste en silencio todos mis letargos. Dibujaste en mi costado siete lunas plateadas y sucumbiste a flor de piel en una especie de intimidad que había claudicado a causa de eclipses pasados. 

Me estrujaste desde adentro. Con tus ojos, con tus labios, con tus dedos... con tu humanidad animal.Y sin más palabras que gemidos me deslicé sobre ti. Consumando los segundos, desgastándome en la desnudez infinita de tu alma y de la mía. 

Ya extasiados, recuerdo que al llegar la mañana me miraste. Y vi que en tus ojos aún llevabas restos del cielo de la noche anterior. Desde entonces fueron tuyos mis segundos, mis silencios y mi finito. Desde entonces nos anclamos más allá de los quejidos y del hormigueo visceral. Desde entonces tú y yo somos más que esto, sin que notásemos que nos había pasado una puta década.

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