El tiempo ya ha dado su sentencia: lo nuestro es pasado. Y no me importa que vengan llantos, desaciertos, rumbos sin camino, despedidas pendientes y cartas guardadas en el cajón de los recuerdos. Ya de nada valen los intentos.
Eso que la gente llama "lo nuestro" empieza a perder relevancia en esta líneas. Es un pasado que se arrumó en el presente, en mis horas, en mi tiempo. Pero ya, después de tanto tirar de la cuerda se desgastó y dejó de sobrevivir a todas las distancias que vinieron entre aguaceros, soledades, camas prestadas y sentimientos inertes.
Estoy aquí diciéndome a mí misma: lo nuestro ya es pasado.
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