Olvidó sus historias y le duele. Olvidó cómo contarlas y a cambio, el tiempo le tiñó los cabellos de canas.
Ella estaba apurada con su libretica de apuntes, buscaba retratarlo, guardarlo en su memoria y dejarle una dedicatoria con la que pudiera recordarla para siempre. Sin embargo, fue aplazando aquella cita, fue dejando amontonar los días, las semanas y los meses.
Ahora, sentada desde ese mecedor viejo y de pintura gastada, una que otra vez se le escapan palabras al vacío que solo encuentran sentido en su silente pasado.
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