A qué suena y cómo siente. Ella no dice nada, ni siquiera se inmuta, solo guarda silencio y lo mira de reojo. Se siente acongojada, porque cada vez las distancias son mayores, porque le resulta imposible sentir por él algo más que un cariño que no parezca amor. Ese que no duele, ni estalla de pasión, ni sube, ni baja, ni adormece los sentidos, ni dispara a quemarropa.
Otra cosa absurda de la vida, otra víspera en soledades ajenas y otra pena que no es suya, que la siente como suya, pero le cambia los enojos y le alegra los silencios. Ella espera, guarda sus cartas, deja vacío el corazón, escribe un discurso imaginario y sigue como si nada. Así, vuelve una y otra vez a su vida bajo las mismas circunstancias y por las razones equivocadas. Algunos dirán que parece un sortilegio, pero no. Ante demasiadas heridas y resentimientos, ese silencio enardecido por culpa de un maldito sentimiento no puede ser algún conjuro del universo, ni mucho menos la apuesta de alguna celestina forastera por reencontrarlos en caminos separados.
Unas letras, un destino y una carretera.
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