17 febrero 2013

Cada instante, cada segundo

Silencio, noche, frío y febrero. 

Mientras iba dejando atrás los caminos de la ciudad, aquel lugar extraño al que llegaba por primera vez le parecía idílico, fascinante y nostálgico. Quizás por el verde del paisaje y el hielo de la brisa que se metía debajo de la ropa. Fue un destino y nada más. Fue la decisión para dejar una escapatoria a la rutina; romper los trillados pensamientos y olvidar lo que había que olvidar. Funcionó.  


Desnuda en su habitación, silente, con los ojos puestos en su boca, con la manos enredadas en su piel y con el corazón acelerado entre sus piernas. Pasión y tanta pasión por comerse a través de las caricias, por dejar un tatuaje invisible en ese aroma que destilaban sus cuerpos mientras armaban una sola carne. Ella estaba perdida en su piel y él estaba hipnotizado por su pechos. Algo habían entrelazado, algo habían dejado, algo habían arrancado, algo estaban olvidando.

"Deberías ser besada cada segundo, cada minuto, cada instante..."

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