Intento acomodar cada palabra, pero no encuentro el hilo conductor que me señale la salida. Los pensamientos intentan salir de un solo golpe, pero los enredos existenciales dejan lo mismo de siempre: una tontería, otro sentimiento incipiente y un nudo en la garganta. La música de fondo no ayuda, el silencio de la madrugada menos. Cada idea es un grito quisquilloso que se incrusta en la mente irracional de una mujer inmadura que le ha dado vueltas una y otra vez a decisiones efímeras y despedidas que debieron haber terminado hace más de dos años.
Una copa medio vacía, un labial gastado, servilletas mojadas y una cama vacía. Sigo intentando acomodar los pensamientos y lo único que he encontrado es la última razón para sacar tanta rabia de mierda: jódete.
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