20 junio 2011

Vuelve a ser tarde

De vez en cuando las cientos de razones siguen sobrando y hoy no fue la excepción. Hubo un poco de interferencia, porque mientras las palabras pasadas dejaron un tatuaje en el alma, las explicaciones venideras fueron como un cero a la izquierda; ya no tiene caso preguntar un por qué, que dejó de serlo antes de desamarrar los lazos primeros de un encuentro otoñal. 


Fue un inconstante camino tallado sobre fantasías, una dicha pasajera alimentada por aquellas promesas gastadas e infantiles que terminaron en tardes desnudas, alejadas del tiempo e incrustadas en la piel pasional de los amantes enamorados. 


Luego, las tormentas arrolladoras destruyeron de a poco el cariño y los sentimientos inocentes. De niños, de grandes, de viejos, de polvo solo una memoria apuñalada por recuerdos vacíos con olor a llanto y desamor.

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