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Besos gastados |
Bordeó mi cintura con gentileza, pegó su barba a mi rostro y los latidos de mi corazón se aplastaron en su pecho. Nada de besos, nada de palabras, solo silencios, solo deseos. En dos minutos sus manos debajo de mi vestido, su cuerpo sobre el mío y los dos tirados en el piso.
No fue amor, solo fue una tarde de sexo. Despedida engorrosa que se manchó con mis caprichos.
2 comentarios:
el roce aze el cariño...ii en esas tardes de pasion descontroladaa aii demasiado rozee...
un besiito!muuuaaCks!
Hay caprichos que una dama no debe tener.
Pero también hay caprichos que nadie debe dejar pasar por alto.
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