"No dejas de sentir, ahora solo flotas"

El enojo ha ido destilando su veneno, secando de a poco la ternura del alma. Ha quedado desnuda, desprotegida, tan frágil como antes de ver la luz y de encontrarse cara a cara con las distancias. No ha preguntado por su condición, si aún conserva la calma y el amor. Siguió conversando y echándole fuego a las iras, ignorando que ella necesitaba un poco de su atención, volver los ojos a su corazón y olvidar por un instante las mismas preocupaciones que se han calado entre los dos. 

Estaba de paso

Hastío, desesperación y futuro. Sendas puestas delante del camino y antorchas a medio vivir, prefiere callarse y esperar que se aplaquen los ánimos calientes, que decir aquellas palabras. Internada en la desesperanza de sus sentimientos y dominada por ilusiones postizas que se romperán después de las tormentas y los huracanes. 

_Y, ¿De qué tienes miedo?

_De lo que no dejo de sentir, aún estando lejos es más intenso que yo. ¿Cómo dejo de sentir?

¿De qué color es el cielo?

_No dejes de sentir, todo está en la mente y un poco en el corazón...solo inclina un poco las emociones, déjate llevar por la certeza. Simplemente aliméntate de lo que queda después del fuego. Él, es solo el resultado de lo que te inyectan los sentimientos cuando abres los ojos y las ventanas de tu alma...los besos, las caricias, el deseo, la pasión: te provocan y te confunden. Están para conquistarte, para meterse debajo de tu piel y en las entrañas de tu ser. Pero lo que realmente importa es lo que queda después de todo ese alboroto en las hormonas, más allá de necesidades o acercamientos sexuales. Es la calma y la paz que resultan luego de que las pasiones se han fundido en el fuego. No dejas de sentir, solo sientes distinto a la primera vez. Ya no envuelta por la fascinación ni la lujuria desmedida ahora, simplemente flotas.