Volver a leerlos, a mirar entre líneas sus pensamientos, decepciones y pérdidas me ha hecho suspirar una vez más. Antes parecía perfecto: el amor y sus mejores años, el amor y todas las compañías inolvidables que jamás quebraron en llanto. Ahora, pareciera que leerle duele un poco, suspirar en él, retener las lágrimas y tragarse los por qué.
Ya no me interesa preguntar, ya no me importa. Que se pasen los días, que se pase la vida, que se pase el tiempo.
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