29 noviembre 2010

Aquellos días

De que hay días inútiles, tontos y estúpidos. Esos que le dan la vuelta al tiempo y ni siquiera la soledad es compañía porque fastidia. Hay una farsa detrás de sus ojos, una mentira inocente que dice de vez en cuando: me gustas, pero no.

Esta noche quisiera tomar los retratos de Jesús y Manuel, mis pequeños hermanos que ya no son tan pequeños, y llevármelos a la cama como abrigo para calentarme del frío. Hemos estado tanto tiempo separados, que no recuerdo la última navidad que estuvimos en casa y armamos el arbolito. De mamá y papá, lo sé todo. Que se aman y se odian.

Este lugar, esta mañana, este balcón, estos árboles me recuerdan a la niñita de ojos negros que se balanceba en el columpio y se quedaba bajo el agua lluvia hasta ya no llover más. Ensuciaba los vestidos de flores amarillas y los zapaticos de muñeca, tenía siete años y la vida se iba tan despacio, se tomaba su tiempo para respirar y esperar. Todo aquí, permanece igual y tan intacto como los cuadernos rayados del colegio. No! no es cierto, todo ha cambiado.

Quisiera quedarme aquí y envejecer.

Pdta: 27 de diciembre, las colinas de San Vicente.

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