01 octubre 2010

Caso no cerrado

A las siete de la noche Mariposa dejó los peomas nadaístas de Gonzálo Arango y volvió por la segunda caja de cigarrillos. Afuera, el aire helado le recorría la piel descubierta y en aquella inmensidad de la noche el pensamiento se estrellaba con el pasado. "Me gusta la locura de tu sonrisa". Un recuerdo efímero, palabras de otro que todavía le dolían. 

La literatura, la música de Los Enanitos Verdes y las letras de Robi Draco le embriagaban el alma cuando las heridas dejaban rota la inspiración. Un amor así, como el suyo no debía dolerle tanto, no debía dejarle tantas ausencias ni camas vacías, ni chocolates servidos. Eran las 7:30 de la noche y su propia soledad estaba consumiéndola, una historia tan parecida a otra ya olvidada. "No te enamores, es difícil olvidar lo que pueda pasar". El dolor se pasaba con unas horas de insomnio frente al computador y en el ir y venir de poemas anesteciados por desamor y olvido.
Un día cualquiera, una noche cualquiera, una semana cualquiera. Ya daba igual el tiempo, las horas, los segundos. Mariposa había vuelto a sus vicios, al cigarrillo y a la manía de llorar por culpa de terceros..."No estaba llorando por ti, lloraba porque el nudo en la garganta a veces es inevitable. Porque las despedidas no se improvisan y nunca me he acostumbrado a decir adiós. La última vez que me dijiste "te quiero" fue hace un mes, y antes de eso ya habìa comprometido algunas partes de corazón a tu recuerdo. Lo más difícil de extrañarte cuando te subiste al avión fueron los chocolates a las seis de la noche y encontrarme tus pantuflas en la habitación. Supongo que hay amores que están condenados a ser solo capítulos cerrados. Mariposa"

No hay comentarios:

Publicar un comentario