Hay algo que no está bien, que a veces se rompe, que da miedo y vuelve a dejar el mismo dolor del pasado. Ojalá y pudiera saberlo, adivinar lo que pasa mientras duermo, cuando mi mente ya no está en este mundo, pero lo único que quedan son ilusiones efímeras, dañinas y amargas que al despertar chocan contra el muro de la realidad.
La canción de Alejandro la borré de la memoria, evité que las caricias del fin de semana fueran otra droga de recuerdo, una epidemia para el corazón marchito. No todo siempre puede ser el corazón, no. Para qué pedirle excusas, para qué volver a la línea anterior si nada cambiará la decisión: fue una equivocación.

Ojalá y esos que vienen, que están de paso, que no vuelven jamás solo sean eso y no otra marca, otra huella en el pensamiento que arde cuando se extraña y se necesita. Aquella canción: "...ven que el tiempo corre y nos separa, la vida nos está dejando atrás"... es tan cierto cuando hay sentimientos en común y se ha planeado toda una vida, un pedazo del tiempo en los brazos de alguien que no se escogió a la suerte, y ni siquiera fue truco del destino.
Hay una parte del amor que es inconmesurable, que no se expresa en palabras ni en detalles, es una forma tan simple y pequeña de intuir que todo vibra dentro cuando dos almas se funden en un segundo para hacer amor.
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