Fue un encuentro impredecible, un doblez ajeno de casualidades que no existen y llegan sin dejar alguna señal. Me tropecé con sus ojos azules, con miradas lejanas que chocaron como reacción a un cruce en el camino. Ojalá hubiéramos estado en otro lugar, quizás me hubiera atrevido a hablarle y romper con la timidez de siempre.
¿Cómo piensa?, ¿Cómo besa?, ¿Cuál es su aroma?, ¿Cuál es su forma de acariciar?... una y otra vez lo imagino, lo desnudo en cada pensamiento, me atraviesa los rincones del alma y estalla en sentimientos correspondidos que dejan de ser tontas ilusiones. A lo mejor, y para quitarme el aburrimiento de la rutina diaria le dedico una canción y poemas de Cortázar, le susurro travesuras al oído, y me desenredo los zapatos mientras me recuesto sobre su cama.
Solos, sin llegar hasta los deseos pasionales, inventamos un forma de amar, de tocarnos en la soledad de palabras que están de más. Quisiera que no se pareciera a los demás, a todas aquellas veces que resultaban siendo espejismos, mala suerte o decisiones equivocadas.
Siento lo de siempre, me emociono como siempre, sueño como siempre y espero como siempre... mañana cruzaré la puerta y le diré al menos un "hola".
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