No tengo ganas de decir nada, anhelo las caminatas por la Catedral y el helado de chocolate. Hoy, me siento perdida sin su compañía. Se marchó después de una rabieta acalorada que nos hizo estallar por la carga de otras más.
Rompí en lágrimas por su rechazo, por la indiferencia de sus gestos y la despedida que dejamos pasar. Me duele porque ha traído conmigo instantes imposible de vivir con alguien más, porque en cualquier lugar extrañaré su perfume y sus buenos días antes de ir a trabajar.
El día se pasó con un montón de hojas secas en la terraza y unas canciones que le hacen bien a mis soledades cuando llegan los fines de semana.
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