Deberías haber estado ahí, pero supongo que por alguna extraña razón ese momento me tocaba asumirlo en la soledad de las malditas paredes de ese lugar. Intenté contener los enojos, tragarme la rabia y solo recibí como bofetada el silencio más absurdo. Comprendí entonces, que desde hacía mucho tiempo mi criterio valía mierda y mi figura era un insulso título poco meritorio.
Tú lo sabes, porque lo has sentido y al mismo tiempo padecido. Ese día solo fui otra ausente deliberada que se sumió a cuestionamientos existenciales y luchas perdidas. Yo podría haber renunciado a ese insensato círculo vicioso, romper de raíz la rabia y echar tierra, supongo que no era lo suficientemente valiente. Entonces, mientras se me venían de a golpe todas las reflexiones ridículamente repetitivas, esa melodía inerte volvía y hacía lo de siempre, trastocarme y desacomodarme de mi "maravillosa" zona de confort.
Estaba ligeramente atascada en viajes imaginarios que solo tomaba mientras me iba a la cama y en esa pasión visceral que me dejabas recorrer en el infinito de tus historias.
Al final, resultaba tan patéticamente ajena que incluso, mi sombra me desconocía. Y yo, con veinte y tantos años, no era capaz de reconocerme a mí misma o de encontrar eso que llaman el equilibrio de las cosas. Estaba vuelta mierda por enésima vez.
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