Tú lo sabes, porque lo has sentido y al mismo tiempo padecido. Ese día solo fui otra ausente deliberada que se sumió a cuestionamientos existenciales y luchas perdidas. Yo podría haber renunciado a ese insensato círculo vicioso, romper de raíz la rabia y echar tierra, supongo que no era lo suficientemente valiente. Entonces, mientras se me venían de a golpe todas las reflexiones ridículamente repetitivas, esa melodía inerte volvía y hacía lo de siempre, trastocarme y desacomodarme de mi "maravillosa" zona de confort. Estaba ligeramente atascada en viajes imaginarios que solo tomaba mientras me iba a la cama y en esa pasión visceral que me dejabas recorrer en el infinito de tus historias.
Al final, resultaba tan patéticamente ajena que incluso, mi sombra me desconocía. Y yo, con veinte y tantos años, no era capaz de reconocerme a mí misma o de encontrar eso que llaman el equilibrio de las cosas. Estaba vuelta mierda por enésima vez.
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