03 enero 2012

Enero, por qué dueles tanto...

A lo mejor es la sensibilidad, el quebranto de ilusiones. Quizás es el deseo, el empeño fracasado a un sentimiento que no termina de morirse. Tal vez es la agonía, el desdén de tantas canciones. De repente puede abrirse una esquirla de luz detrás del universo y salvarnos de tantas rendiciones. 

No es amor, no es cariño, no es costumbre, es algo sin nombre, sin apuestas...un camino sin rumbo fijo, una idea incrustada debajo de las sábanas, un bolero falaz, una despedida cada tres noches, cinco septiembres. 

Quizás es falta de voluntad o la soledad de tantos kilómetros de distancia que aún después de dos inviernos continúan separando. Aún está servida la taza de café, todavía están guardadas las envolturas de chocolate. Se han quedado esperando las sombrillas y las colchas, las medias de colores y los cuadros que nunca terminaron de pintar. Una melodía que suena desde el piano y recorre cada rincón de la casa, un frío abrazador que se cuela tras las rendijas de las ventanas a medio cerrar, la oscuridad y el reflejo de la noche atravesando el dormitorio...y allí en ese lugar, debajo de las sábanas, acurrucada entre las almohadas sus lágrimas se escurren hasta cansarse de llorar. 

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