De forma desigual, de pasiones disparejas y horizontes paralelos. Mi sonrisa dibujada detrás de las letras de pensamientos antagónicos que se olvidan después de semanas en el calor de los cuerpos, mis dedos afilando el principio de placeres mundanos agarrados al papel y la inspiración buscando debajo del asfalto de la ciudad algún cuento demencial que no se parezca a la realidad.
Ella, casi una diosa envuelta en una narración celestial capaz de anestesiar al más tonto de los poetas. Despojada de sus vestiduras de mortal para meterse en la piel de andariegos y extraños, de locos y suicidas, de pervertidos y hechiceros. Contadora de historias veraces, decoradas de humor negro, pinceladas con diálogos influyentes y de vez cuando carnales y pasionales.
Yo en cambio, poeta sin título...villana de novelas aun sin terminar. Poseída por inspiraciones inconstantes y maestra en fábrica de verdades a medias. Con el alma al aire, las medias rotas por el desgaste de tantos caminos recorridos he armado antologías que no me pertenecen y con ello, desdibujado la sinfonía de versos que no riman y letras invisibles tatuadas en madrugadas perdidas, algún tipo de inspiración trastornada por el miedo a la página en blanco y los mismos puntos suspensivos después de una historia fantasma.
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