Indeciso y temeroso. Apasionado y vulnerable. Ojos negros. Ha escrito poco sobre sí mismo, ha contado la vida entera de sus conocidos. Ha callado sus verdades y ha mentido acerca de su historia.
En la miel de algunos besos conoció el amor y los desengaños. Murió eternidades por dejar colgados los sentimientos en las camas de Rosa, Ana, Neyla, Érika y Leticia. Nunca supo descifrar el silencio de sus ojos, en cambio bastaron las horas de la vida para volverse un empedernido enamorado y casanova de caricias prohibidas y pasiones masoquistas.
Los miedos le comieron el alma, le restaron un poco de esperanza y desvanecieron sus encantos de aquellos cielos resplandecientes que coloreaba todas las madrugadas, mientras inventaba canciones y dedicaba poemas. No diré que fue un perdedor o un fracasado, solo escribiré por él sus palabras: "He conocido como duele el amor y me ha bastado tenerlo para volver a perderlo".
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