A las 11:45 no tenía nada más que decir. Sirvió la copa de Brandy y se quitó los tacones. "Me vas hacer el amor ahora o solo quieres largarte como siempre". La quinta semana de septiembre, Alejandra y Alberto decidieron dividir sus caminos y tomar distintas direcciones.
Alejandra se aburrió de los te quiero sin muestras de afecto, de las margaritas que no volvieron a llegar en su aniversario. Olvidó por qué alguna vez al mirarse o tomarse de la mano, una sensación inexplicable inundaba cada centímetro de su ser.
Alberto se cansó de las cursilerías, de las canciones regaladas y las noches bajo las estrellas. Perdió las ganas por amarla y robarle de nuevo el corazón, echó afuera el recuerdo de su historia.
No había por qué hacer el amor, cuando su compañía estaba ausente. Las copas de licor solo propiciaron el desenfreno de pasiones que se quemarían antes del amanecer. Ni el uno ni el otro debería esperar una mirada fugaz que fundiera sus sentimientos en uno solo, porque en ellos ya no quedaba un afecto en común.
Alejandra se aburrió de los te quiero sin muestras de afecto, de las margaritas que no volvieron a llegar en su aniversario. Olvidó por qué alguna vez al mirarse o tomarse de la mano, una sensación inexplicable inundaba cada centímetro de su ser.
Alberto se cansó de las cursilerías, de las canciones regaladas y las noches bajo las estrellas. Perdió las ganas por amarla y robarle de nuevo el corazón, echó afuera el recuerdo de su historia.
No había por qué hacer el amor, cuando su compañía estaba ausente. Las copas de licor solo propiciaron el desenfreno de pasiones que se quemarían antes del amanecer. Ni el uno ni el otro debería esperar una mirada fugaz que fundiera sus sentimientos en uno solo, porque en ellos ya no quedaba un afecto en común.
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