No se trata de lo que busques o dejes pasar, la vida luego repondrá en el camino algunas cosas que estaban de más. La otra noche pensaba en la posibilidad de olvidar un todo, de cerrar capítulos para siempre y morir con aquellos dolores que jamás hacen bien, pero entre canciones repetidas y la lluvia de todos los días un chispazo de emoción sacudió las partes más íntimas del ser, descubrí que por primera vez en mi existencia no tenía miedo. Se había esfumado ligeramente debajo de las cortas alegrías que tocaban mi puerta. Sonrisa tras sonrisa, recuerdo tras recuerdo.
Sí, la última madrugada de abril crucifiqué a los fantasmas de terceros y ajenos que algunas veces llegaban imprudentes a la memoria. Ya no existen, se extraviaron con palabras marchitas, con amores lejanos, con historias amargas.
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