Se me iluminaron los ojos cuando apareció de la nada. Si supiera que cuando llega hasta aquí para abrazarme quisiera quedarme de esa manera: dos segundos en un pedazo de la eternidad. Después supe que no era especial, que sus labios se enganchan de la misma forma en otras mejillas y sus palabras huelen igual con distintas expresiones.
Ya me estoy cansando de las mismas equivocaciones, ojalá y fuera viernes por la noche. Ese día bastaron dos horas de lluvia para embriagarte con la música que nos hace iguales y las historias que nos juntan de vez en cuando.
Estoy intentando despegar la suela de los zapatos del cemento, para volar hasta mi isla perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario