11 agosto 2010

El otro lado de la cama

Y le dijo que no habían más espacios entre los dos, que los soles amarillos de febrero se escondieron con el invierno de octubre, y que la vida de vez en cuando deja amargas ausencias que hielan el alma.

¿Qué pasó con los viajes a Venecia, los paseos en las góndolas y las monedas de fortuna en el pozo de los suspiros?, se enredaron en las palabras de ayer...solo fueron cuentos de papel.

No ha parado de llover, y afuera los árboles están empapados del frío, de la noche, de caminos perdidos que se estrellan con las luciérnagas. "Quisiera tanto hundir mis pies en la tierra húmeda del campo y quedarme allí sentada sobre el bordillo esperando que seque el barro", pensaba Mariana, mientras sus ojos se perdían en el ancho universo que se asomaba por el balcón.

Estaba tan gastada aquella escena, tan repetida y tan quebrada. Era demasiado común el suspiro eterno de una despedida que otra vez dolía como si fuera la primera. "No me gusta cuando los gallos cantan en la mañana y me recuerdan que el otro lado de la cama está vacío".

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