Y le dijo que no habían más espacios entre los dos, que los soles amarillos de febrero se escondieron con el invierno de octubre, y que la vida de vez en cuando deja amargas ausencias que hielan el alma.
¿Qué pasó con los viajes a Venecia, los paseos en las góndolas y las monedas de fortuna en el pozo de los suspiros?, se enredaron en las palabras de ayer...solo fueron cuentos de papel.

Estaba tan gastada aquella escena, tan repetida y tan quebrada. Era demasiado común el suspiro eterno de una despedida que otra vez dolía como si fuera la primera. "No me gusta cuando los gallos cantan en la mañana y me recuerdan que el otro lado de la cama está vacío".
No hay comentarios:
Publicar un comentario