Las prominentes ojeras y la palidez de su rostro denotan que detrás del cansancio, el espejismo de su realidad le ha trastocado los hilos de la conciencia.
Una habitación floreada y la esposa invisible, el escenario ha sido dispuesto de acuerdo a la fantasía de su imaginación: Teddy Daniels ha vuelto a soñar con ella. Aferrado a su recuerdo, la aprisiona contra su pecho mientras el resto del tiempo es consumido por las llamas y su quimera se rompe entre las cenizas.
Aquella puesta en escena es ineludible, su precisión, su idoneidad son accesorios que bastan y dejan boquiabierto a quien metido entre las pieles de la pantalla sabe que indiscutiblemente Martin Scorsese no ha perdido la genialidad. Esta vez, el cineasta estadounidense ganador de un Oscar como mejor Director de la afamada cinta “Los Infiltrados”, regresa al séptimo arte con Shutter Island, protagonizada por Leonardo Dicaprio. El thriller psicológico con grandes pinceladas de terror gótico inicia con la llegada de dos agentes federales a la isla. Teddy (Leonardo Dicaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) acuden al Hospital psiquiátrico Ashecliffe que alberga a los criminales más peligrosos, para asumir la investigación en la desaparición de una de las internas.
El ambiente frío, rodeado de misterio y acaparado entre las sospechas e incertidumbre de su personaje principal destaca el excelente trabajo actoral de Dicaprio, quien encarnado hasta los huesos aflora una personalidad inquietante y perturbadora frente a los espectadores de la cinta. A medida que se avanza en el desarrollo del filme, se va descubriendo la verdadera esencia detrás de la historia original, los trastornos del pasado, las pesadillas al filo de la realidad, las sombras y fantasmas de un mundo ajeno para los otros, van encajando hasta el final la identidad de Teddy Daniels. Con ello, se adhieren las interpretaciones de importantes figuras cinematográficas: Ben Kingsley, Emily Mortimer, Max von Sydow y Michelle Williams.
La muerte y el crimen se alojan en las paredes de Ashecliffe. El punto medio entre la realidad se desfigura en la apariencia de los reclusos del psiquiátrico. Las tonalidades, la iluminación y la musicalización dejan de ser simples adornos escénicos para convertirse en una parte de la columna vertebral de la cinta. Con ello, Scorsese sitúa a los cineastas en un guión que va más allá de los hechos, jugando con las actuaciones de los personajes, develando sus facetas más íntimas hasta el punto de aniquilar las sospechas y dejarlas en vilo.No hay un lugar donde el miedo no pueda esconderse, el realismo del Hospital es el ingrediente necesario para recrear la ficción y darle vida a los barrotes, a las salas, a los calabozos, a las habitaciones y al personal médico. Después, quedan los pedazos fragmentados del rompecabezas que empiezan a darle forma al argumento cinematográfico.
El contexto histórico se halla en los albores de la guerra fría antecedida por el final de la II Guerra Mundial, los cruentos episodios de aquellos momentos vividos en la carne del protagonista son el desenlace a la cara de su propia existencia. Martín Scorsese ambienta cada escena con una fotografía impecable, el juego de luces, la escenografía y sus personajes develan que lo que al parecer resulta predecible termina siendo una voltereta radical. Shutter Island está abierta al suspenso, al drama y al terror que se resume bajo un único interrogante: “¿vivir como un monstruo o morir como un hombre decente”.

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