Con la partida de Mario Ángel, Sofía sabía que quizás, para reponerse pasaría mucho tiempo antes de volver a la rutina. Decidió abandonar la ciudad y emprender un viaje fortuito. Las imagánes de aquel momento no se extraviarían de repente, permanecerían metidas en su mente y debía acostumbrarse a las llegadas que vendrían de vez en cuando.
Inesperadamente, la casa llegó a ser un lugar vacío con gente. No se tocaban ni con la mirada en el comedor porque las cenas a las siete de la noche eran de madrugadas y en un sillón del cuarto de estudio frente al televisor. Después de la muerte de Ramón Antonio, el padre de Mario, los dolores que jamás habían estado con ellos cayeron de golpe y sin aviso previo. El universo de cada uno se hizo un mundo paralelo a cientos de kilómetros bajo el mismo techo.
De consuelo sirvieron los tragos de wishky y los amantes de fines de semana. Sin saberlo, Sofía toleró las heridas invisibles que Mario Ángel le había dejado en el corazón. Se hizo costumbre la espera de un beso en el aniversario, hacer el amor en invierno y algunos "Te amo" cuando el mundo era un caos. El amor se había quedado en los rincones y las ausencias lo estaban sepultando.
El 25 de Julio, las palabras que nunca se dijeron fueron necesarias para echar afuera los dolores. Mario Ángel se había enamorado de otro hombre.
El 25 de Julio, las palabras que nunca se dijeron fueron necesarias para echar afuera los dolores. Mario Ángel se había enamorado de otro hombre.
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